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El papel de la familia en la recuperación

  • Foto del escritor: Eva Huertas
    Eva Huertas
  • 6 oct
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 oct


Familias y recuperación
El papel crucial de la familia

La adicción es una enfermedad compleja que no solo afecta a la persona que la padece, sino que también sacude los cimientos de toda la estructura familiar. Sin embargo, en medio de la dificultad, la recuperación es posible y el camino hacia ella se fortalece exponencialmente cuando la familia se involucra y aprende a acompañar.


Hoy, quiero compartir contigo mi historia, la de mi hermano y nuestra familia.


Cuando mi hermano empezó su camino de recuperación, yo no tenía idea de todo lo que ese proceso nos transformaría a todos, ni la importancia del papel de la familia en la recuperación.


Siempre se habla de la adicción como una enfermedad individual, pero la verdad es que toca cada rincón de la familia. Duele, desordena, confunde. Y al mismo tiempo, si uno se permite aprender de ese caos, también puede sanar.



El comienzo: dos años que cambiaron nuestras vidas


Su tratamiento duró dos años. Primero vino el ingreso en un centro, ese primer paso que tantas familias vivimos con miedo y esperanza a la vez,  un paso crucial para establecer la abstinencia y comenzar el trabajo terapéutico profundo. Después llegaron los pisos terapéuticos, donde empezó a recuperar su autonomía,  aplicando las herramientas aprendidas en un contexto de mayor responsabilidad. Y más tarde la fase ambulatoria que permitió consolidar su recuperación mientras volvía plenamente a su vida cotidiana, con el apoyo continuo de profesionales y su círculo cercano.


Durante ese tiempo, nuestra familia también tuvo que aprender: a soltar, a confiar, a no controlar. Nadie nos enseña a acompañar una adicción, y por eso pasamos del miedo a la culpa, de la rabia a la esperanza, una y otra vez.


El papel crucial de la familia: Amor duro y límites


Uno de los aprendizajes más grandes fue entender el amor con límites. Durante mucho tiempo confundimos acompañar con rescatar, cuidar con cargar.


Entendimos que, a menudo, detrás de una persona con adicción, hay familiares que, sin saberlo, caen en patrones de codependencia, intentando controlar la situación, asumiendo responsabilidades que no les corresponden y, en última instancia, perpetuando el ciclo de la adicción. Reconocer y abordar nuestra propia codependencia fue un paso esencial para poder ayudar.


Participar en terapias familiares, escuchar a otros, comprender la enfermedad, nos ayudó a dejar de actuar desde la culpa y empezar a hacerlo desde la conciencia. Aprendimos que el amor no siempre se demuestra diciendo “sí”, sino a veces sosteniendo un “no” con ternura y firmeza.


La recaída. Un desafío que se convirtió en oportunidad.


Uno de los momentos más difíciles de este camino fue, sin duda, la recaída de mi hermano. En ese instante, el miedo y la desesperanza amenazaron con apoderarse de nosotros, de él el primero.


A menudo se dice que la recaída forma parte del proceso, pero en realidad es una señal de que algo en ese proceso ha dejado de hacerse o de cuidarse. Es una oportunidad para tomar conciencia de aquello que se ha descuidado y volver a reconectar con las herramientas y hábitos que sostienen el cambio.


Cada uno tiene un papel en esta historia


Es importante destacar que todos los miembros de la familia son igualmente importantes, independientemente de la cercanía física o la implicación directa en el día a día del tratamiento. Desde el familiar que está presente en cada terapia hasta el que, por circunstancias de la vida, no puede estarlo, cada uno tiene un impacto en el sistema familiar y en la recuperación.


Nadie le falla a la persona en recuperación por no estar presente de la manera que se espera. A veces, la distancia también es una forma de cuidado, tanto para el familiar como para la persona en tratamiento. Cada uno, desde su lugar, tiene algo que transformar.


A veces la presencia es necesaria, otras, la distancia también cuida. Lo importante es que cada uno haga su parte desde la conciencia y no desde la culpa.


Hoy


Hace tan solo unos días asistimos al alta terapéutica de mi hermano, un día muy esperado y lleno de emociones.


El alta terapéutica no es el final del camino, sino el comienzo de una nueva vida, una vida en la que la comunicación, el respeto y el amor consciente son los cimientos. Ya no desde el miedo, sino desde la comprensión.


Acompañar a mi hermano me enseñó a acompañarme.  A sanar mis propias heridas.

No es una historia perfecta, es una historia real. Y eso ya es mucho.

Acompañarle me enseñó que la recuperación de uno puede abrir la puerta a la recuperación de todos.


Si te encuentras en una situación similar, no tienes que pasar por esto sol@.


En Familias y Adicción, encontrarás la comprensión, el apoyo y las herramientas necesarias para acompañar a tu ser querido y, al mismo tiempo, cuidarte a ti mism@.



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